La transición energética es un gran reto para el siglo XXI. Busca el conjunto de cambios en los modelos de producción, distribución y consumo de energía para hacerlos más sostenibles. Hablamos de transformar un sistema energético basado en los combustibles fósiles, en un sistema energético sustentado en la economía circular, la eficiencia energética, la integración de las energías renovables, el uso de los ecocombustibles y la electrificación de la movilidad.

Dentro de este reto el Comité Técnico se ha marcado como objetivo generar un espacio de diálogo entre actores implicados en la cadena de valor para avanzar en una visión de la economía circular en el sector energético. Una economía basada en la reutilización y renovación de materiales y productos para su extensión en el tiempo. La energía debe estar dentro de la economía circular porque todos los sectores usan energía y tienen la necesidad de un modelo energético descarbonizado derivado del Pacto Verde, cuyo objetivo es alcanzar la neutralidad climática en 2050. Sin duda, la energía tiene un peso específico en la prevención, minimización de pérdidas (calor, redes, sistemas Integrados,..), digitalización, almacenamiento de energía (Baterías, pilas de hidrógeno, hidráulica reversible, …); en los sistemas de recuperación, regeneración y recirculación de calor/frío. Además, en cuanto a la producción se refiere, busca el aprovechamiento de todas las fuentes de energía endógenas, que es un principio de la economía circular.

El Comité Técnico no ha pasado de largo que la economía circular requiere de más energía para poder desarrollarse y realizar todas las recirculaciones que demanda (ruptura de la entropía). Es algo que sucede por ejemplo en el transporte. La recirculación, la reutilización, el reciclaje, etc., demanda más energía para ese transporte de recursos, subproductos, residuos y materias primas secundarias. Pero no se debe olvidar que el gasto energético en la obtención de materias primas vírgenes suele ser menor frente a materias primas secundarias.

Si se quiere conseguir un modelo energético descarbonizado, la transición de la energía debe pasar por la eliminación de los emplazamientos energéticos no renovables y más contaminantes, incluidas las centrales nucleares. Se considera que se deben gestionar tanto las materias primas como los residuos generados. Desde el Comité técnico sugieron que hay que anticiparse y encontrar una solución a los problemas, como está sucediendo ya con las renovaciones previstas para este tipo de instalaciones.

Entre las soluciones destacó la posibilidad de utilizar gran parte de la materia orgánica que se genera en España con fines energéticos; que se una a la sustitución del carbono fósil por carbono renovable en el ámbito energético, o la generación de biomateriales.

En la Sesión Técnica para Conama 2022 se avanzó en cómo el sector energético puede trabajar la gestión de sus residuos en una transición energética. Se presentaron casos prácticos de éxito como la conversión de la materia orgánica que está presente en residuos y subproductos de distinto origen para la producción de energía eléctrica, térmica o biocombustibles con fines de transporte, como puede ser el biogás.

Se señaló el uso de las redes de gas como lugar para almacenar la energía renovable excedente producida por la energía eólica o solar y utilizar ese excedente de energía en las plantas de producción de biometano. Se destacó  el nuevo PERTE de economía circular, ya se observó que estaban apareciendo proyectos y nuevas empresas, para hacer plantas de tratamiento en España que impulsarán, entre otros, las iniciativas de reciclaje de palas eólicas y paneles fotovoltaicos para los cuales hay pocas soluciones actualmente.